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miércoles, 6 de octubre de 2010

Antecedentes. La Independencia 1 de 2


México conoció dos guerras fundamentales en su historia. La primera fue la guerra por la Independencia y la secunda la Revolución mexicana, primera revolución del continente.
Las causas que determinaron la lucha por la independencia fueron a niveles interno y externo. En primer lugar, las condiciones del régimen colonial tal como la desigualdad económica y social y las leyes discriminativas con respecto a los que no fueran españoles o criollos. La mala repartición de las tierras, las múltiples limitaciones que se impusieron con los indígenas representaron unas de las consecuencias por las que el pueblo se iba a unir para lograr su libertad. Aunque México era aparentemente rico y próspero, el pueblo se encontraba en la miseria, debido a que los españoles y criollos eran dueños de la riqueza del país, y al gobierno español se le enviaban fuertes sumas de dinero como tributo de la Nueva España.
Entre los factores externos, se manifestaron las doctrinas de los filósofos y economistas de la burguesía y las grandes revoluciones que sacudieron a Europa. Rousseau y Montesquieu, pensadores franceses, tuvieron mucho reconocimiento por los pensamientos del contrato social, de la voluntad general y de la soberanía popular al difundirse en todas partes. Además de los pensamientos de las luces, la independencia norteamericana (1776) introdujo cierta propaganda revolucionaria en la Nueva España.
Sin embargo, no fue sencillo obtener la independencia puesto que el proceso duró 11 años durante los cuales el pueblo luchó por obtener su libertad.
Fue a finales del siglo XVIII cuando se iniciaron tímidos movimientos independentistas. Con la ocupación napoleónica de España en 1808, se produjo un vacío de poder que insta a una movilización de las estructuras en las colonias americanas. México no escapó a esta situación, así que en 1808, se formó una Junta de Gobierno, apoyada por el virrey José de Iturrigaray. Aunque la conspiración fue abortada con la restitución de las autoridades españolas y el encarcelamiento del antiguo virrey, la sublevación continuó y dos años más tarde el 16 de septiembre de 1810, Miguel Hidalgo y Costillá, cura párroco del pueblo de Dolores, instó a la insurrección con el llamado “grito de dolores”. Hidalgo fue fusilado y decapitado, evento que marcó el final de la primera etapa de la lucha por la independencia. Sin embargo, otro sacerdote, José María de Morelos, continuó la labor de secesión y en noviembre de 1813 declaró la independencia y promulgó una constitución en un Congreso en Chilpancingo. Luego, Morelos fue arrestado y ejecutado. Así, la independencia fue definitivamente lograda varios años más tarde hasta septiembre de 1821.
Lograda la independencia, los mexicanos debieron enfrentar por un lado una pésima situación económica (los españoles se habían llevado sus capitales de México y las ruinas de oro y plata, antaño orgullo de la corona española, estaban en ruinas) y por otro, un largo proceso de caudillaje que desembocará en una inestabilidad política permanente: desde 1821 hasta 1860, México tuvo más de 50 presidentes, cada uno con una duración media menor a un año. La mayoría de éstos eran oficiales del ejército y sus sucesiones estaban marcadas por los golpes militares. Aunque México fuera una República desde unos años, fue hasta abril de 1836 cuando España reconoció oficialmente a México como estado independiente.

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